miércoles, 6 de julio de 2011

Los Lamentadores

CREACIÓN

  • Nombre del Capítulo: Lamentadores
  • Fundación: 21ª, la llamada “Fundación Maldita” (M36)
  • Mundo capitular/zona de despliegue: "flota"
  • Fortaleza Monasterio: La flota sirve de cuartel general y banco de su semilla genética
  • Semilla genética (Capítulo predecesor): Ángeles Sangrientos
  • Capítulos sucesores conocidos: Parece indicar que no reclaman o reconocen el ascendiente sobre ninguno.
“De la Sangre nacidos; a la Sangre por siempre consignados” Libris Sanguine


Los lamentadores, ese capítulo maldito.

Quizás más que cualquier otro Capítulo que haya sobrevivido hasta el tiempo presente, los Lamentadores han sido considerados malditos y embrujados por sus compañeros Astartes. Un oscuro velo de sombras cayó hace tiempo sobre su destino, pareciendo malograr muchos de sus logros y sus victorias en amargas cenizas entre sus manos.

La extraña suerte y los desgraciados reveses que han perseguido a la historia de los Lamentadores ha visto al Capítulo relegado a la segunda fila de los héroes honrados del Imperio, y en gran medida desprovistos de los laureles que se amontonan sobre los sobradamente citados modelos de Adeptus Astartes, como los Ultramarines o sus progenitores los Ángeles Sangrientos.

Sin embargo, esto no quiere decir que los Lamentadores no sean eficientes en la batalla. Muy al contrario su hoja de servicios es, al menos en apariencia, envidiable. Más bien parece tratarse de que una y otra vez sus triunfos son ensombrecidos de algún modo por consecuencias no deseadas o por pérdidas repentinas e imprevistas, y en más de una ocasión simplemente los han encontrado a contrapié en la marea de los grandes acontecimientos. Nunca fue tanto así como lo fue su papel en la Guerra de Badab, donde la soberbia del Capítulo y su sentimiento de agravio pudo haberlos llevado al exterminio a manos de aquellos que una vez llamaron hermanos.

Los hechos relativos a la naturaleza exacta de la 21ª Fundación de Capítulos de Marines Espaciales, a la cual pertenecen los Lamentadores, se llevaron a cabo en la cúspide de M.36, y desde entonces han permanecido envueltos en el secretismo y el mito. Los variados y oscuros finales que han acontecido en torno a muchos de estos Capítulos Malditos les ha hecho ser conocidos tanto entre la Inquisición como entre los Marines Espaciales como “la Fundación Maldita” -y con razón-, y actualmente muchos consideran a los Capítulos creados bajo sus auspicios como marcados desde su nacimiento.

Aunque los Lamentadores estuvieron entre aquellos Capítulos de la Fundación a los que se les permitió la autonomía, de entre algunos que ya no podían ser considerados humanos o cuerdos, la mancha siempre ha permanecido sobre ellos a los ojos de sus camaradas Marines Espaciales, muchos de los cuales comenzaron a rehuir al Capítulo a pesar de su indudable lealtad al Imperio y la noble defensa de sus gentes. Los Lamentadores escogieron cargar con este oprobio con noble templanza.

Como la situación dentro del Imperio empeoró a principios del M.37, los Lamentadores partieron hacia los bordes del Imperio antes que arriesgarse a un conflicto interno, en un momento en que los miembros más indóciles y corruptos de la 21ª Fundación y otras fuerzas disidentes estaban siendo exterminadas en una serie de sangrientas guerras y purgas.

Durante este período los Lamentadores usaron su movilidad como Capítulo basado en una flota para llevar una cruzada contra los enemigos exteriores antes que verse entrampados dentro del cenagal de un conflicto civil. Durante todo el siguiente milenio y medio los Lamentadores pudieron mantener una cruzada continua, realizando numerosas campañas contra los Orkos, los Fra’al y los Eldars a través del sector oeste de la galaxia, y a menudo se constataron sus intervenciones para socorrer a mundos imperiales aislados que se hallaban bajo amenaza.

Sin embargo, y a pesar de los registros de honorables victorias y de la valiente defensa de los dominios más avanzados de la Humanidad, el espectro del infortunio los siguieron persiguiendo; con el tiempo fueron creciendo oscuros rumores hasta acabar rodeándolos, y el Capítulo nuevamente sufrió los amargos y oscuros reveses del destino. Como resultado, incluso después de ser convocados en el M.39 por los Altos Señores junto a otros Capítulos que se hallaban inmersos en distintas cruzadas, para ayudar a ocuparse de las crecientes amenazas provenientes del Ojo del Terror, muchos comandantes imperiales y otros Capítulos los siguieron contemplando con suspicacia.

Esta reputación se volvió a menudo en contra del Capítulo, pero nunca con tales consecuencias como durante el ataque del caos a Corilia durante la 9ª Cruzada Negra. El supersticioso Capítulo de los Mortificadores se negó a combatir junto a los Lamentadores, abandonando el planeta antes que servir a su lado. Rehusando abandonar a la población del mundo colmena, los Lamentadores aguantaron en solitario contra la matanza de la Legión Negra durante seis semanas estándar, sufriendo horribles bajas hasta que los Ultramarines y los Cicatrices Blancas dirigieron una fuerza de combate que se abrió paso entre la flota del Caos para liberar Corilia.

Reducidos por su sacrificio a apenas doscientos hermanos supervivientes, se les consideró perdidos cuando su flota desapareció en una tormenta de disformidad poco después, tan sólo para reaparecer más de un siglo después en los límites del Segmentum Solar, hasta donde regresaron desde el vacío exterior tras un lento camino jalonado de batallas.

Recuperados de nuevo hasta su fuerza completa tras recomponer pacientemente su flota y sus líneas, los Lamentadores, operando ahora como una fuerza cruzada cerca del núcleo galáctico, fueron requeridos por los Altos Señores para formar parte de las defensas de la fuertemente presionada Zona del Torbellino en 587.M41. Como uno de los Guardianes del Torbellino, su misión en particular consistiría en patrullar la amplia zona desolada de las regiones occidentales del Torbellino, respondiendo y neutralizando amenazas a medida que se las iban encontrando, una labor que el Capítulo tomó sobre sí con gran fervor.

Fue por estas fechas cuando el Capítulo estrechó fuertes lazos con los Garras Astrales, quienes detentaban el mando estratégico de la Zona del Torbellino, y junto a quienes lucharon en muchas de sus grandes batallas. Parece que los Garras Astrales, especialmente bajo el mando de su último Señor, Lufgt Huron, ofrecieron a los Lamentadores un grado de honor y respeto que muy escasamente habían recibido con anterioridad de sus iguales, así como material bélico con el que mantener la fuerza del Capítulo. Sería esta amistad, a la que no se encontraban acostumbrados, así como los lazos de sangre forjados en la batalla, los que traerían la ruina a los Lamentadores.

COLORES DEL CAPITULO


ORGANIZACIÓN
En estructura organizativa y operaciones tácticas, los Lamentadores son claramente un Capítulo sucesor de los Ángeles Sangrientos, herederos de una gloriosa y singular tradición marcial y un arte de la guerra brutalmente efectivo. Al igual que sus progenitores, siguen la estructura básica del Codex Astartes, con una fuerza de diez Compañías, cada una de cien hermanos de batalla, con la división habitual de una Compañía de Veteranos, una de Exploradores, cuatro de Batalla, dos Tácticas de Reserva, una de Asalto de Reserva y una de Devastadores de Reserva.

De todos modos, e incluso en mayor medida que sus compañeros hijos de Sanguinius, hay un gran grado de fluidez entre estas Compañías, y rara vez luchan en perfecta cohesión (salvo los iniciados de la Décima Compañía, los cuales todavía han de terminar su entrenamiento). En lugar de eso, en función de las necesidades se crean fuerzas de asalto entresacadas de todo el Capítulo. Este sistema informal permite al Capítulo un alto grado de flexibilidad a la hora de configurar sus fuerzas en atención a las necesidades operativas, especialmente teniendo en cuenta que el Capítulo a lo largo de su historia ha combatido en solitario y ha aprendido amargas lecciones sobre los reveses inesperados.

El reclutamiento del Capítulo también se llevaba a cabo sobre una base similar, seleccionando los candidatos de mundos feudales y lejanas colonias por las que pasaba la flota del Capítulo. Los iniciados en primer lugar superan un intensivo examen físico y moral; quienes no lo superan pero sobreviven, engrosarán las filas de los sirvientes (o en algunos casos servidores) de los Lamentadores.

Los Lamentadores favorecen las tácticas de asalto, valiéndose a menudo de asaltos aéreos a corta distancia gracias a sus Thunderhawks y Stormravens. De esta manera, la capacidad de los Lamentadores, forjada durante siglos de experiencia, para llevar a cabo asaltos aerotransportados y replegar sus fuerzas bajo fuego intenso cuando resulta necesario, ha sido la clave para su éxito y supervivencia contra enemigos numéricamente superiores.

En lo tocante a equipo operativo e insignias, los Lamentadores tienden más al uso de la panoplia estándar de los Marines Espaciales que sus ancestros (o especialmente sus sucesores de Segunda Fundación), aunque puede que ello se deba más bien a una cuestión de facilidad de reabastecimiento y mantenimiento para un Capítulo con base en una flota, sin un hogar, y que se encuentra obligado a depender en gran medida de sus propios artificieros.

En realidad el Capítulo conserva algunas pocas y apreciadas Reliquias Sanguinarias, como por ejemplo las Alabardas Encarmine o las armas modelo Angelus que atesoran sus Capitanes, pero aparte de su poder aéreo, los elementos como los Land Raider o los Predator Baal son menos habituales en ellos que en otros Capítulos Sucesores de los Ángeles Sangrientos. Las armaduras de Exterminador son especialmente escasas en las armerías de los Lamentadores, y se consideran de un valor incalculable para el Capítulo.

Al igual que los Ángeles Sangrientos antes que ellos, el Reclusiam de Capellanes de los Lamentadores opera como parte del mando del Capítulo, en lugar de estar subordinados a él, como la mayoría de los Capítulos Codex. Existen por y para vigilar de cerca el creciente problema de la Sed de Sangre entre las filas del Capítulo, mientras que su Sacerdocio Sangriento (que asume el papel del Apotecarion del Capítulo) desempeña un papel especialmente relevante, y es conocido entre ellos como el Cáliz. Se ha visto a menudo que es el Cáliz el que ha llevado el peso en mantener unido al Capítulo a lo largo de su historial de pruebas y desgracias, y se ocupa, no sólo de mantener la fuerza física de los hermanos del Capítulo, sino también cuidan del estigma espiritual que portan.

El sacerdocio del Cáliz es elegido entre los hermanos más estables y de voluntad más fuerte entre los Lamentadores, y son vistos con reverenciado orgullo por los guerreros del Capítulo.

HONORES DE BATALLA MÁS NOTORIOS

La Liberación de Matadero III, la Cruzada Corintia [701.M41]

Al comienzo de la Cruzada Corintia, los Ultramarines solicitaron aliados para ayudarles en la sagrada tarea de asolar los poderosos imperios Orkos de la región de Charadon. Conscientes de la antigua deuda que creían tener con los Ultramarines por su intercesión años atrás durante el desastroso Asedio de Corilia, los Lamentadores respondieron a la llamada de Marneus Calgar, enviando una fuerza de combate de trescientos hermanos a bordo de la Barcaza de Batalla “Hija de las Tempestades” junto con sus escoltas, para servir en la Cruzada Corintia.

La enorme potencia de fuego de la barcaza de batalla, junto con sus alas de Stormravens y el ansia guerrera de los Lamentadores se pusieron al servicio de la Cruzada sin reposo, destruyendo un grupo de Kruzeroz Matamuchoz que se quedó aislado en las inmediaciones del pozo de gravedad del Punto Kalavera, y junto con los Marines Errantes, encabezaron el victorioso asalto planetario contra el mundo fortificado de Matadakka. Pero es por la liberación de Matadero III por la que el Capítulo será más recordado, tanto para bien como para mal.

Matadero III era un mundo orko de mineros esclavos cuyo nombre imperial le vino como referencia a los cientos de miles de prisioneros humanos que entraban en sus minas para no salir nunca más. Se trataba de un engranaje vital para el creciente poder del ¡Waaagh! Orko en la región. Gracias a su localización en el centro de Charadon, atacar Matadero se consideró como una misión sin retorno para cualquier fuerza menor que un grupo de combate completo.

Movidos por la situación acuciante de las víctimas de los Orkos, así como por otros intereses estratégicos más amplios, los Lamentadores solicitaron al mando de la Cruzada que recayera sobre ellos la labor de atacar Matadero III, a lo cual Calgar accedió a regañadientes, y con la advertencia de que no podría garantizarles apoyo para esa misión.

Fieles a su palabra y gracias a su experiencia de siglos llevando a cabo operaciones navales entre restos en el espacio, los Lamentadores atravesaron las líneas orkas pasando inadvertidos, haciendo que la Hija de las Tempestades saliera de la Disformidad peligrosamente cerca de las defensas orbitales de Matadero III, consiguiendo pillarlas totalmente por sorpresa. Los puestos artilleros fueron rápidamente neutralizados y oleadas de Thunderhawks y Stormravens asaltaron las guarniciones orkas sobre el terreno.

Los Lamentadores barrieron rápidamente toda resistencia organizada pielverde en un despiadado y sangriento asalto. Viendo aplastados a sus brutales captores, los prisioneros humanos, que superaban numéricamente con mucho a los Orkos, se alzaron y se unieron a la refriega, de modo que en unas pocas horas el planeta se encontraba en manos de los Lamentadores. El inesperado alto grado de éxito de su plan para expulsar a los Orkos de Matadero III les conllevó, sin embargo, un problema de proporciones imprevistas: habían liberado a más de tres millones de prisioneros humanos que ahora esperaban que les liberaran de las manos de sus enemigos, pues vieron en los Lamentadores la respuesta que el Emperador concedía a sus plegarias.

Un Capítulo más insensible (y en verdad hay muchos) hubiera simplemente dejado a los prisioneros a su suerte, contentándose con sabotear las minas y haber cumplido la misión y los objetivos más amplios de la lucha contra los enemigos de la Humanidad, mientras que otros Capítulos más piadosos hubieran encomendado a los prisioneros al martirio. Ninguna de estas soluciones satisfacía a los Lamentadores.

Las naves orkas empezaron a infestar los límites del sistema, haciéndose rápidamente evidente que su victoria no había pasado inadvertida, de modo que cualquier plan que el Capítulo hubiera tenido para procurar un tipo de evacuación a gran escala de los prisioneros sencillamente no resultaba viable. Los pocos transportes y naves esclavistas con capacidad de navegación disforme que habían capturado intactas en la lucha no podían ser puestos en marcha en el escaso tiempo que les quedaba antes de que llegaran los Orkos, y las propias naves del Capítulo no tenían la capacidad suficiente.

Los Lamentadores adoptaron la resolución de luchar y, si era necesario, morir noblemente, mientras sus Tecnomarines y los prisioneros cualificados intentaban desesperadamente devolver las naves a un estado operativo de vuelo. Para ganar tiempo, la barcaza de batalla y menos de doscientos Lamentadores supervivientes aguantaron contra toda probabilidad contra oleada tras oleada de Krujenavez y Kruzeroz Matamuchoz, que fueron rechazados con una ferocidad tal que hasta los Orkos tuvieron que retroceder. Un número sin precedentes de Lamentadores sucumbieron a la Rabia Negra en la sangrienta lucha.

Fueron los prisioneros los que finalmente tomaron la decisión de poner fin a esa situación; tras una oración de agradecimiento que enviaron a la Hija de las Tempestades, pidieron una muerte piadosa. Con otra flota orka reagrupándose para atacar, los Lamentadores no tuvieron otra opción que detonar las cargas sísmicas que habían colocado para colapsar las minas antes de volver sus armas contra los atracaderos Orkos. En unos pocos minutos convirtieron Matadero III en escombros. Con menos de un centenar de Lamentadores todavía en pie, la Hija de las Tempestades, vapuleada pero no doblegada, escapó junto con un puñado de naves esclavistas liberadas, llevando con ellos menos de la décima parte de los prisioneros que habían liberado, principalmente mujeres y niños, quienes fueron encomendados a los cuidados de las Órdenes Hospitalarias.

En términos operativos, la liberación de Matadero III fue un éxito completo; la destrucción de sus minas y puertos retrasaría el aprovisionamiento de material para los Orkos durante años, y desestabilizó su capacidad de resistencia contra la Cruzada. No sólo eso, sino que además el mando estratégico de la Cruzada de Corinto recibió informes según los cuales los clanes rivales Orkos se habían enzarzado en un conflicto por el control de los recursos del sistema. Los Lamentadores habían ejecutado un asalto sorpresa prácticamente perfecto, y su éxito tan sólo se encontraba ensombrecido por las desafortunadas pérdidas de las postrimerías del ataque. La “victoria” de todos modos supo amarga a los Lamentadores quienes, en un gesto sin precedentes, rehusaron el honor de recibir un Aura de Hierro de manos de Calgar como recompensa por sus esfuerzos. Hubo quien vio un insulto deliberado en ello, alimentándose las maledicencias y rumores por aquellos que ya se encontraban indispuestos con el Capítulo.


DISPOSICIÓN EN LA GUERRA DE BADAB

Al comienzo de la Guerra de Badab, los Lamentadores se encontraban con sus fuerzas efectivas al completo, con más de ochocientos hermanos de batalla en activo y cerca de setenta exploradores. También, gracias a su alianza con los Garras Astrales, tenían la mejor provisión de vehículos básicos y munición que hubiera gozado el Capítulo en siglos.

Era sin embargo por la flota del Capítulo por lo que los Lamentadores eran tan valiosos para la causa del Tirano, no sólo por el poder de sus naves de guerra, sino también por la habilidad de sus pilotos y la amplia experiencia del Capítulo en llevar a cabo incursiones y acciones de abordaje. Además de la barcaza Mater Lachrymarum, que servía como base móvil y dique de reparaciones para el Capítulo, dos naves forja y otra docena de naves de apoyo, el Capítulo poseía dos barcazas de batalla inusualmente poderosas, seis cruceros de asalto y tres cruceros de vanguardia, así como veintidós escoltas de diversas clases.

Los Lamentadores sirvieron en la línea de frente de los secesionistas, enzarzados en una seri de confrontaciones brutales con los enemigos del Tirano. Huron tuvo mucho cuidado en emplear a los Lamentadores únicamente contra objetivos puramente militares, consciente de que se arriesgaba a perder su apoyo si los empleaba de cualquier otra manera. Los Lamentadores fueron determinantes en el asalto secesionista a Sagan en 904.M41 y en desbaratar el contraataque de los Halcones de Fuego en Galen al año siguiente. Una vez que la campaña principal de las fuerzas leales alcanzó su plena potencia, el Capítulo de los Lamentadores dirigió la ofensiva contra las rutas de disformidad del Torbellino en una serie de incursiones y contraincursiones, mientras los Garras Astrales medían sus fuerzas en defensas estáticas y batallas campales, y los Guerreros Mantis ejecutaban ataques de guerrilla y golpes de diversión.

En 908.M41, los Lamentadores habían sufrido bajas significativas por el desgaste de la guerra, pero todavía eran una fuerza muy a tener en cuenta, de modo que se ejecutó un plan para aislarles de la causa de Huron y sacarles de la guerra. Agentes leales descubrieron la ubicación de la barcaza del Capítulo en órbita sobre el mundo primitivo de Optera, donde se estaba reabasteciendo, y se despachó una fuerza de ataque rápido que destruyó sus sistema de propulsión principales, evitando que huyera del sistema.

La barcaza, que contenía tanto las bajas de combate, que se estaban recuperando de sus heridas, como las reservas de semilla genética, constituía un objetivo que el Capítulo no podía dejar de defender. Atraído por una serie de ataques encadenados contra la barcaza, el resto de la flota de los Lamentadores se dirigió al sistema, donde tuvo que vérselas con todo el poder de la flota de los Minotauros en una sangrienta batalla que duró diecisiete horas estándar.

Los Minotauros sufrieron severas bajas, pero superaron al enemigo por su propia brutalidad y el mero peso de los números. Con sus fuerzas desbaratadas, los Lamentadores restantes se vieron obligados a rendirse o a afrontar su aniquilación absoluta. Un total de trescientos once hermanos de batalla supervivientes fueron internados en una nave prisión en la órbita de Sagan durante el resto de la guerra.

Anexo: La Fundación Maldita y el defecto de los Ángeles Sangrientos

La 21ª Fundación aparece en varias fuentes como una de las más grandes desde la división inicial de los Marines Espaciales, y algunos informes inquisitoriales sostienen que los Magos Biologis que se encargaron de supervisarla recibieron instrucciones de refinar, aumentar o mejorar de cualquier manera la semilla genética que se empleó para crear los nuevos Capítulos de Marines Espaciales que iban a ser fundados (aunque algunas fuentes difieren acerca del alcance de esta práctica).

Parece que se ha cuestionado la sabiduría de inmiscuirse en la génesis de los Marines Espaciales, y que incluso esas dudas se plantearon en su momento, y es perfectamente posible que el alcance real de las modificaciones que se llevaron a cabo se mantuvieran en secreto incluso hasta para los Altos Señores y los Señores de Capítulo de la época, una teoría que gana peso teniendo en cuenta el caos político y la amplia división en el seno del Imperio por esas fechas.

En el caso del Capítulo de los Lamentadores, el único que se sepa que fue creado a partir de la semilla genética de los Ángeles Sangrientos durante la 21ª Fundación, los esfuerzos de los Magos Biologis parece que se centraron en intentar eliminar, o al menos minimizar, el llamado “defecto de Sanguinius”. Este defecto, cuya verdadera naturaleza es conocida por muy pocos fuera de los Ángeles Sangrientos y sus Sucesores, ensucia a la que fuera la más reverenciada de todas las Legiones del Emperador con un legado de locura y lenta caída hacia una furia brutal.

Esta degeneración, tanto física como psíquica, es un riesgo que afecta a todos os Marines Espaciales creados con la semilla genética de los Ángeles Sangrientos, llevando a algunos a una terrible locura en la que buscan la muerte, haciéndoles lanzarse contra el enemigo sin temor de ningún tipo, asaltados por una salvaje ansia conocida como la Sed de Sangre. Es contra esta terrible afección contra la que han de luchar noblemente los descendientes de Sanguinius para conservar su cordura, así como cumplir sus votos como protectores de la Humanidad y guerreros al servicio del Emperador. Así, la semilla genética de los Ángeles Sangrientos se considera testimonio de su gloriosa historia, así como el origen de otras capacidades que le son propias, tales como el acusadísimo bajo índice de rechazo a la implantación o el factor genético que conduce a la mayor esperanza de vida potencial de la que se tiene constancia en ningún otro linaje de Marines Espaciales.

Los Ángeles Sangrientos han buscado durante largo tiempo respuesta a su afección, y parece ser que los procedimientos experimentales que se llevaron a cabo con la semilla genética de los Lamentadores durante su creación contaron, como mínimo, con la aprobación tácita del Capítulo progenitor. Los Lamentadores siempre se han distinguido por que en ellos se puede reconocer fácilmente en cuanto a organización, rituales y equitación especial, la marca indeleble de un Capítulo Sucesor de los Ángeles Sangrientos. La meta de reducir la intensidad del defecto parece que al principio al menos dio algún resultado, habiéndose recogido algún informe que muestra que el número de hermanos que había sucumbido a la Sed de Sangre era muy escaso.

La contrapartida a este éxito vino de que casi inmediatamente se apreciaron en los Lamentadores algunas idiosincrasias en el temperamento y forma de pensar, factores que solamente se mostraron más pronunciados a medida que pasaron los años: una oscura melancolía pareció apoderarse del alma del Capítulo, y otros Sucesores de los Ángeles Sangrientos dijeron de ellos que sentían el dolor por la pérdida de Sanguinius más que ningún otro de ellos, y que en sus corazones oían los gritos y la pena de los mártires que clamaban venganza más allá de las estrellas. Cualquiera que sea la verdad de todo esto, la mala suerte ha empezado a seguir a los Lamentadores como una sombra indeseable, y cerca de finales del M.36, parecía evidente que muchos de los que eran conocidos como hijos de la Fundación Maldita estaban sucumbiendo a enfermedades y maldades, tan chocantes como diversas.

Dado esto, así como la caída en desgracia de gran parte de todo lo que tuviera que ver con la 21ª Fundación, no se volvieron a repetir nunca los procedimientos experimentales que crearon a los Lamentadores con la semilla genética de los Ángeles Sangrientos, y el Capítulo es por ello único entre las fuerzas del Imperio. Con el tiempo se ha ido observando una tendencia creciente hacia la melancolía y lo macabro, que subyace en la psique colectiva del Capítulo, así como que la Sed de Sangre ha resurgido y empeorado lentamente, igual que se ha observado en distintos grados en informes de otros Capítulos Sucesores de los Ángeles Sangrientos. Dadas las recientes bajas del Capítulo y las enfermedades que van empeorando y de las cuales son presa, está por ver todavía la propia supervivencia a largo plazo de los Lamentadores.

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