jueves, 7 de julio de 2011

Los Grifos Aullantes

Nombre del Capítulo: Grifos Aullantes
Fundación: Desconocida [circa M.33]
Mundo natal: Mancora [Mundo feudal]
Fortaleza-Monasterio: El orgulloso Nido del Águila
Semilla genética: Ultramarines
Descendentes conocidos: Ninguno

“Aquí estamos y aquí moriremos, sin quebrarnos y sin arrodillarnos, pues aun cuando viniere la mismísima mano de la muerte a por nosotros, ¡permaneceremos desafiantes hasta el fin!” Anciano Titus, la última defensa de Khymara Ellipsis.


Los Grifos Aullantes son acérrimos tradicionalistas entre los Adeptus Astartes, endurecidos guerreros que se consideran a sí mismos y por encima de todo como defensores del Imperio e instrumento de los propósitos del Emperador. Sus orígenes exactos permanecen desconocidos entre las oscuras guerras del trigésimo tercer milenio, pero lo que sí se puede afirmar con certeza es que siempre han sido un Capítulo muy activo, y hay muy pocos Capítulos con su antigüedad que puedan presumir de un historial tan amplio de honrosas batallas como el suyo.

Entre todo ese distinguido historial, los Grifos Aullantes destacan por haber estado en primera línea de numerosas grandes batallas y campañas cuyos nombres han perdurado a través de los años, como las derrotas de las Cruzadas Negras de Abaddon el Saqueador, y el derrocamiento de los Necrotecnos de Naath, cuyo pequeño imperio surgió en los días de la Plaga del Descreimiento. Su valioso registro de batallas ha continuado hasta la actualidad, e incluye la deposición del regente loco de Amar y su involucración en las sangrientas Guerras de la Triple Unidad, en las que lucharon como Capítulo en pleno y derrotaron a los Orkos en Gunnerdark, evitando que un frente entero de la campaña cayera en manos de los xenos.

El Capítulo está orgulloso con razón de su capacidad de trabarse en combate casi continuamente y de luchar en las más duras campañas, y está verdaderamente bien provisto tanto de armas como de equipo. Para mantener esta ventaja, las enormes forjas del Capítulo en su mundo natal de Mancora trabajan sin descanso para mantener a los Grifos Aullantes equipados y suplir las bajas de material a medida que ocurran. La capacidad de sus armerías es tan envidiable que no sólo son capaces de mantener el ritmo que dicta la agresiva naturaleza del Capítulo, sino que también pueden producir y mantener algunos de los materiales menos usuales de los Marines Espaciales, como el Land Raider Prometeo o la servoarmadura Mk. VIII “Errante” en un número notable.

Gracias en gran medida a su glorioso historial, el Capítulo de los Grifos Aullantes se ha ganado el derecho de reclutar sus iniciados en varios mundos, para así tener un elevado nivel de reemplazo de bajas, siendo el principal de esos mundos el propio Mancora. Este planeta, cuyo mandato ostenta el Capítulo desde muy antiguo, se ha mantenido en un estado preindustrial, dividido en Ciudades-Estado feudales en guerra casi constante entre ellas, algo que favorece una cultura local muy marcial y que favorece obviamente las necesidades de reclutamiento del Capítulo.

De todos modos, la descripción de los Grifos Aullantes no estaría completa si nos olvidáramos de una oscura sombra que hace largo tiempo cayó sobre la que de otra manera sería la gloriosa historia del Capítulo, y no es otra que su sangrienta venganza contra el ser que se convertiría en el Príncipe Demonio Periclitor el Repudiado, y la Legión de los Portadores de la Palabra, de la cual surgió esta vil entidad. La raíz de esta enemistad, la cual supera incluso la que habitualmente se puede encontrar entre los Marines Espaciales, permanece perdida en el pasado. Existe alguna traza de evidencia de que los Grifos Aullantes han buscado específicamente a los Portadores de la Palabra para trabarse en batalla con ellos, y que a su vez los Portadores de la Palabra han elegido en numerosas ocasiones a los Grifos Aullantes como objetivo de sus ataques.

Uno de los más oscuros episodios en esta historia de sangrienta enemistad fue la emboscada a la barcaza de batalla del Señor del Capítulo de los Grifos Aullantes en el Punto Arios en 220.M38. La partida de guerra del Señor del Caos Periclitor, junto con sus aliados, atacó con una fuerza desbordante en una emboscada a la poderosa nave cuando ésta se dirigía de vuelta a Mancora con ocasión de la celebración del quinto milenio de la fundación de los Grifos Aullantes. Saquearon la nave y obligaron a los supervivientes a trabarse en una serie de fieras batallas en la superficie de Arios Quintus.

Sin poder encontrar refugio o descanso en el árido planeta, y asediados por todas partes por los Portadores de la Palabra y los Amos de la Noche, así como por mutantes degenerados y demonios invocados, los Grifos Aullantes no tenían ninguna opción de retirarse, y la rendición era impensable, a pesar de las burlonas exigencias de sus enemigos para que hincaran la rodilla ante los Poderes Ruinosos. En lugar de eso, la compañía de los Grifos Aullantes, condenada, se hizo fuerte en su fe y todos murieron, hasta el último hombre, en una última acción desesperada, llevándose por delante a cientos de enemigos antes de cayera el último delos guerreros del Emperador.

El Capítulo recuperó posteriormente el cuerpo profanado de su Señor, Orlando Furioso, empalado en el frontal de una Thunderhawk a la deriva sobre la órbita del planeta un mes después. Esta derrota y la profanación supuso un amargo revés, no sólo por haber perdido a su reverenciado Señor a manos de sus enemigos, sino porque con él cayó la mayor parte de la Primera Compañía, la Octava Compañía y una venerable barcaza de batalla que había servido a los Grifos Aullantes en innúmeras batallas durante más de mil años.

Por esta dolorosa herida al honor del Capítulo, cada Grifo Aullante que ocupa su lugar como hermano de batalla formaliza un juramento de venganza por aquellos que cayeron en Arios en toda ocasión, y los Grifos Aullantes han jurado destruir a Periclitor a cualquier precio, incluso aunque las muchas atrocidades del Señor del Caos le valieron la demonicidad algunos milenios después del ataque sobre Arios. Si un día el Capítulo tuviera que hacer la guerra en las mismísimas profundidades del infierno para cobrarse su venganza por sus hermanos caídos, no eludirán su labor.

ORGANIZACIÓN

Los Grifos Aullantes son un Capítulo organizado según las estrictas directrices del Codex Astartes, al que no ven tanto como un escrito sagrado sino simplemente como el mejor tratado militar nunca escrito. Para ellos, ese trabajo es obra del más insigne de los Primarcas del Emperador, un volumen cuya sabiduría acerca del arte de la guerra no ha sido superada jamás. Por eso, el Capítulo se esfuerza por adherirse a sus dictados, manteniendo su división de Compañías y su disposición siempre que ello es posible. Sus hermanos de batalla son decididamente generalistas, y por eso el Capítulo aboga por una política de cultivar cada aspecto de la guerra posible detallado en el Codex, desde el ataque acorazado hasta las operaciones de asalto planetario, e insiste en que todos los hermanos de batalla dominen cada disciplina, rotando entre ellas, como dicta el Codex. La competencia dentro del Capítulo por destacar es fuerte, pero jamás se permite que desemboque en discordia.

También es notoria la tradición del Capítulo de tener poderosos psíquicos de batalla entre sus filas. Ello se debe no en poca medida a la materia prima de los iniciados, pues la población de Mancora es conocida por presentar un número mayor que la media de nacimientos de psíquicos. Esto es un factor que ha contribuido a un Librarium muy sólido a través de los siglos, en el que los Codiciarios de los Grifos Aullantes asumen un papel activo en la supervisión de la población de Mancora, descartando a aquéllos cuyo talento psíquico débil o incontrolado les haría vulnerables al toque de la Disformidad.

HONORES DE BATALLA

La Supresión de Dennar IV [109.M40]

Durante su larga búsqueda de la partida de guerra de los Portadores de la Palabra dirigidos por Deklamus el Anunciado, la Tercera Compañía de los Grifos Aullantes, bajo el mando del Capitán Penvath Joachim, respondió a una llamada de ayuda del mundo agrícola de Dennar IV, en el Sector Sangramentia, un importante planeta productor, de amplias sabanas y grandes rebaños de cuernos de trueno, urgroxes y otra megafauna, gobernado desde ciudades-matadero fortificadas. Dennar IV había sucumbido desde el interior, pues la adoración a los poderes oscuros había enraizado entre los cultos de desolladores y los clanes de sacrificadores.

Cuando los Grifos Aullantes descendieron sobre Dennar IV se encontraron con que sólo un puñado de Ciudades-Estado resistían contra la horda de cultistas y locos poseídos por demonios, con sus murallas atestadas de refugiados que huían de la marea de asesinatos en masa que había engullido el planeta. Ampliamente superados en número, los Grifos Aullantes desplegaron en la sabana y, valiéndose del Codex Astartes como guía, se valieron de su superioridad armamentística para dirigir asaltos móviles en punta de lanza contra los herejes, aplastando las fuerzas de cultistas en grandes barridos, antas de dirigirse a levantar los sitios de las ciudades.

Los habitantes leales de Dennar recibieron a los Grifos Aullantes como salvadores divinos, y gustosamente colaboraron con ellos en la liberación de su mundo de las fuerzas oscuras que lo acechaban, entregando sus vidas junto a los Marines Espaciales. El resto de la campaña fue sangrienta y cruel, y dejó un sabor amargo en la memoria de las gentes de Dennar. Desde esta victoria, los Grifos Aullantes han mantenido su juramento de proteger el planeta y la memoria de los muchos que fueron martirizados allí por su lealtad al Emperador, y por su parte la gente de Dennar IV ha mantenido la fe en sus salvadores, y les ofrecen aprovisionamiento, así como a sus jóvenes como reclutas.
La Represalia de Jorun [143.M41]

Uno de los mayores honores de batalla nunca ganados por el Capítulo de los Grifos Aullantes fue debido al papel esencial que desempeñaron en la Represalia de Jorun en 109.M41. Esto consistió en la traición del General Jorun, del 15 de Soldados de Hierro de Heraklon, un grupo de batalla imperial completo que debía haberse encontrado en camino para reforzar las líneas de la Guerra Gótica, y que en lugar de eso se sublevó, masacró a los miembros del Comisariado y se convirtió en absoluto renegado.

El Imperio se vio forzado a actuar con una importante fuerza cuando se conoció que la mácula de los xenos conocidos como Eldar Oscuros era la raíz de esta perfidia, con Jorun y su estado mayor completamente corruptos por su adicción a los terribles psicotrópicos alienígenas y sus depravadas prácticas. Gracias a las artes oscuras de la Cábala de la Libación Carmesí, los heraklonianos bailaron cual marionetas al son de sus nuevos amos.

Los humanos no eran para los xenos sino herramientas prescindibles que emplearon para esclavizar poblaciones mediante traición y fuerza bruta, con muy escaso riesgo para ellos mismos. Esto no podía quedar impune, y la fuerza de represalia que envió el Imperio tenía la intención más absoluta de aplastar a los heraklonianos y sus oscuros aliados con un poder brutal y devastador, aniquilándolos sin piedad ni misericordia. La fuerza de combate se encontraba compuesta por toda la capacidad activa del Capítulo de los Grifos Aullantes, que en ese entonces se cifraba en ocho Compañías con plena operatividad, y las cuales recibieron refuerzos de Compañías de los Capítulos de los Ultramarines y los Hijos de Orar.

Los Marines Espaciales interceptaron a la Guardia traidora cuando realizaron un desembarco orbital sobre el planeta primitivo de Asturia. Más de cinco mil guardias renegados murieron en la primera hora del ataque de los Marines Espaciales, en un contundente contraasalto para el que no estaban preparados, siendo aislados completamente de las zonas de aterrizaje y con la mayor parte de su armamento pesado sin usar.

A medida que avanzó la batalla, la tarea de destruir al mando traidor recayó sobre la 4ª Compañía de Batalla de los Grifos Aullantes, la cual realizó un asalto orbital justo en el corazón del desorientado enemigo. Haciendo frente no sólo a la elite de la escolta de Ogretes del General Jorun, sino también a las inhumanamente ágiles y crueles sombras que surgían a su alrededor, los Grifos Aullantes acabaron con ellos con bolters, fuego e inamovible resolución.

Fue el Capellán Armand Titus quien se abrió camino hasta el General traidor y quien administró el juicio del Emperador, partiendo por la mitad el cráneo de Jorun con su Crozius Arcanum, a pesar de sufrir horribles heridas envenenadas en la pugna. La moral de los traidores se vino abajo con la muerte de su líder y con la rápida deserción de sus aliados xenos que tuvo lugar inmediatamente después. Los desorganizados y aterrados heraklonianos fueron cazados sin piedad hasta la muerte; las fuerzas renegadas habían sido barridas del mapa en menos de seis horas desde que se iniciara la batalla.

A la vuelta de los Grifos Aullantes a su fortaleza-monasterio en Mancora, el Capellán Titus, quien había sucumbido finalmente a sus muchas heridas, fue confinado con todo respeto en el sarcófago de un Dreadnought, para poder continuar sirviendo al Capítulo.

DISPOSICIÓN EN LA GUERRA DE BADAB

El Capítulo de los Grifos Aullantes se vio involucrado en la Guerra de Badab a mediados de 906.M41 cuando, junto con el Capítulo de los Novamarines, fueron reclamados para proporcionar apoyo adicional a la causa leal. La participación de los Grifos Aullantes en la Guerra de Badab supondría una de las horas más oscuras en la historia del Capítulo.

La fuerza de Grifos Aullantes era relativamente pequeña en número, pues consistía en no más de doscientos cincuenta Marines Espaciales, procedentes de los restos de la 4ª Compañía y con elementos de las 6ª y 10ª Compañías, reforzados por varias escuadras de exterminadores. Estos Marines Espaciales eran los supervivientes del reciente largo barrido de búsqueda y destrucción del Sector Caradryad, y habían sufrido importantes bajas durante su última campaña.

Concretamente, el contingente de Grifos Aullantes estaba bajo mínimos en cuanto a material de asalto planetario, como Thunderhawks y cápsulas de desembarco, debido al desgaste de combate, y no habían podido volver a Mancora para reabastecerse completamente antes de recibir la llamada para unirse a las filas leales, una llamada cuyo honor no les permitía ignorar, más allá de cualquier dificultad puramente práctica que se pudiera derivar de librar dos campañas tan seguidas.

El resultado de esto fue que el contingente de Grifos Aullantes fue asignado inicialmente a labores de guarnición por el mando leal, en lugar de destinarles a primera línea de combate, mientras que varias fuerzas más pequeñas fueron destinadas como destacamentos de protección de convoyes. El despliegue más grande de Grifos Aullantes fue para servir de guarnición en las lunas sin atmósfera del Sistema Khymara, para evitar que cayeran bajo control secesionista.

En Khymara reocuparon una serie de posiciones de defensa vitales y puestos de escucha en los límites de la Zona del Torbellino, con la labor de reconstruirlos como puestos avanzados para un ulterior asalto leal sobre el propio Sector Badab. Aunque sus esfuerzos iniciales no encontraron resistencia, sus acciones situaron insospechadamente a las fuerzas de los Grifos Aullantes en el camino del Capítulo de los Ejecutores, que se incorporaba al conflicto para presentar batalla en el bando secesionista, como les exigía el juramento de sangre que el Capítulo había hecho a Huron.

Los Grifos Aullantes sufrieron un asalto masivo por sorpresa por parte de los Ejecutores, y fueron sistemáticamente destruidos por la inagotable embestida de sus enemigos. Esta desastrosa serie de batallas también desembocó en la catastrófica destrucción de su crucero de asalto “Augeias”, así como la muerte del venerable Capellán Dreadnought Titus, lo cual supuso un mazazo para la moral de los Grifos Aullantes. Con las plataformas de defensa y puestos de escucha del Sistema Khymara destruidos, las fuerzas de los Ejecutores se retiraron repentinamente del Sistema, dejando la guarnición de los Grifos Aullantes con más de un 70 por ciento de bajas. Observadores de ambos bandos han dejado registrado que los ejecutores podían haber explotado su ventaja si hubieran querido, y haber acabado con todos los Grifos Aullantes, pero sin embargo optaron por retirarse una vez alcanzados sus objetivos militares primarios.

Como consecuencia del desastre de Khymara, la fuerza de Grifos Aullantes se quedó dispersa y terriblemente diezmada, de modo que, sin la asistencia por parte de los Novamarines, quienes rápidamente acudieron al área para reforzar las líneas leales, toda la zona de guerra hubiera caído bajo control secesionista. Incluso tan mermados en fuerza, los Grifos Aullantes restantes continuaron tenazmente en la brecha, rehusando eludir sus responsabilidades hacia el bando leal hasta que fueron oficialmente dispensados de la Guerra de Badab en 909.M41. Los escasos supervivientes de las fuerzas del Capítulo regresaron a Mancora poco después para reunirse con sus camaradas, portando los restos de sus caídos en naves con capacidad de navegación disforme incautados en los mundos renegados.

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