jueves, 7 de julio de 2011

Los Carcharodones

Nombre del Capítulo: Carcharodones [fuentes sin confirmar emplean los nombres de “Carcharodones”, “Carcharodon Astra” y varias derivaciones en bajo gótico tanto en los registros históricos como en los archivos de la Guerra de Badab]
Fundación: Desconocida
Mundo natal: Desconocido [se cree que tienen una organización naval de “depredación nómada”, ver Anexo]
Fortaleza-Monasterio: Desconocida.
Semilla genética (predecesor): Desconocida [algunos indicadores registrados de semilla genética apuntan a la Guardia del Cuervo]
Descendentes conocidos: Ninguno.

“…Nos… rendimos… Por el amor del Dios Emperador… la guerra ha acabado… nos hemos rendido…” Último registro de voz de la Colonia Estela Sigard VII.

De todos los Capítulos de Marines Espaciales involucrados en la Guerra de Badab, los Carcharodones siguen siendo los más enigmáticos y misteriosos, habiéndose forjado una leyenda oscura y sangrienta para aquéllos que han sobrevivido al conflicto, que ha continuado para ellos incluso una vez finalizado. El Capítulo volvió del vacío más allá de las fronteras imperiales como desconocidos tanto para amigos como enemigos, alineándose con la causa leal contra aquéllos a quienes veían como traidores al divino Emperador. En cierta manera, los Carcharodones parecían anacronismos vivientes, reverberaciones de un lejano pasado, pero también unos seres extraños y siniestros, no reconocibles en absoluto como Marines Espaciales al servicio del Emperador.

Para el curso general de los relatos del Imperio o los registros de su poder militar, los Carcharodones no tienen una existencia real en la historia reciente. Simplemente no figuran en los registros, y de la misma manera no goza de honores de batalla oficialmente reconocidos. Hay evidencia de que parte de la confusión se debe al posible error en la identificación con otros Capítulos menos conocidos que operan con una nomenclatura y simbologías parecidas (por ejemplo los Incursores del Vacío, los Tiburones Sangrientos, etc.). Sin embargo, el estudio detenido de ciertos antiguos tratados sobre las guerras del Imperio y algunos registros secretos y sellados por los Sagrados Ordos de la Inquisición revela algunas pruebas indiciarias y pistas acerca de este Capítulo [ver “Posibles Encuentros”].

El más antiguo de éstos se puede encontrar en las páginas del Mythos Angelica Mortis, redactado por los eruditos escribas del Secretariat Militum de Terra a finales del M36, compilado a partir de fuentes previas. En este trabajo, a menudo vago e incompleto, se hacen referencias a un Capítulo de Marines Espaciales conocido como “Carcharodon Astra” que fue enviado a “la Oscuridad Exterior […] en un viaje sin fin […] para asolar a los enemigos de la humanidad” y para “acabar con el traidor, con el alienígena y con el renegado sin piedad, y atribularles en sus lugares más seguros”. Este texto parece tener sus raíces en otro mucho más antiguo, ya perdido, que data de la era desconocida que rodea las Guerras Astropáticas de finales del M32 y comienzos del M33.

Se trata de un tiempo ahora rodeado por el mito y la alegoría, y su verdadera naturaleza ha sido borrada de la historia tan a conciencia que las altas instancias del Imperio saben de ella menos que de la Herejía de Horus o la Gran Cruzada. Otros registros citan estas erráticas variaciones en el nombre o título del Capítulo, pero guardan cierta coherencia en cuanto a ciertas facetas de detalles y similitudes en la iconografía y operatividad, y un salvajismo brutal pero calculado que resulta temible de contemplar, incluso para aquéllos endurecidos por los métodos de guerra del Imperio.

Sobre este torvo Capítulo reposa una labor sin fin que les ha enviado (o tal vez condenado) a viajar por los espacios vacíos más allá de las fronteras imperiales en un viaje sin final con la misión de buscar, localizar y destruir a los enemigos de la Humanidad. Elementos todos ellos que cuadran con los Carcharodones y con sus acciones en la Guerra de Badab.

Tácticamente, durante el conflicto de Badab, los Carcharodones operaron casi exclusivamente como una fuerza de acción rápida, rehusando cualquier tipo de enfrentamiento prolongado cuando ello era posible, pues preferían aproximarse a sus objetivos, bien con la máxima velocidad, bien con sigilo, permitiéndoles contar con el factor sorpresa a su favor siempre que podían.

En sus ataques siempre procuraron acortar rápidamente las distancias con el enemigo y luchar cuerpo a cuerpo o desatar toda su potencia de fuego casi a bocajarro. Por esta razón, cada Marine Espacial de los Carcharodones, independientemente de que formara parte de una escuadra de Devastadores o de una escuadra de Asalto, siempre portaba una plétora de bayonetas, cuchillos y armas sierra además de su armamento normal, de modo que siempre era capaz de desgarrar a sus enemigos en combate cuerpo a cuerpo.

El estilo de combate de los Carcharodones demostró ser tanto efectivo como brutal en extremo; consistía en golpear fuerte y rápido, infligiendo el máximo daño posible en el menor tiempo posible. Si el enemigo sobrevivía, retrocedían únicamente para atacar de nuevo, desangrando al enemigo hasta que no pudiera resistir más y fuera destruido. Una vez destrozado el enemigo, se desplazaban sin pausa hasta el siguiente objetivo, y así sucesivamente hasta no les rodeaba otra cosa que los restos de su carnicería.

Los informes de batalla relativos a los Carcharodones evidenciaban que sus acciones eran conducidas de manera precisa y redirigidas según las necesidades contra objetivos estratégicos específicos por sus comandantes. Quienes habían luchado a su lado pusieron de relieve su habilidad para pasar aparentemente de la más absoluta calma a la furia en un momento sin advertencia previa, e igualmente sin advertencia se retiraban como fantasmas del campo de batalla si la situación se volvía adversa para ellos.

Amigos y enemigos pronto experimentaron también otro fenómeno relativo al Capítulo que rápidamente se convirtió en leyenda: el fantasmagórico silencio de los Carcharodones durante sus ataques. Las órdenes de sus oficiales se transmiten por un canal encriptado, sin que amigo o enemigo les oiga una sola palabra, salvo caso de extrema necesidad.

En cuanto a su carácter, se ha observado que los Marines Espaciales de los Carcharodones individualmente son taciturnos, cautelosos y siempre vigilantes, pero pueden sufrir violentos brotes repentinos de ira en combate, destrozando a sus enemigos con un salvaje desenfreno. A pesar de su aparente cercanía al salvajismo animal, eran extremadamente formales en sus tratos con otros Marines Espaciales y agentes de la autoridad imperial, prefiriendo cuando ello era necesario dirigirse a sus iguales en alto gótico, empleando giros y expresiones en desuso desde hace milenios.

Salvo cuando fueron llamados al consejo del Gran Comandante Culln o se necesitó que se coordinaran directamente con otras fuerzas leales, nunca se mezclaron ni buscaron la compañía o el honor de los otros leales. De todos modos, se pudo apreciar que el Capítulo era muy religioso y que los lugares de culto imperial y aquéllos bajo las órdenes sagradas se encontraban entre los pocos emplazamientos que eran perdonados en sus ataques. Además, se pudo ver a muchos de los Hermanos de Batalla del Capítulo portar iconos devocionales o tener oraciones y otras marcas en su equipo, reconocibles como propias de las tradiciones del Ministorum de Terra y del Credo Imperial.

En muchos casos se podían encontrar estos símbolos más tradicionales junto con marcas idiosincráticas, a menudo imágenes abstractas o descriptivas y símbolos que resemblan fauces con colmillos, cabezas de muerte, depredadores oceánicos y heridas sangrientas. De naturaleza primitiva, reflejan las particulares tradiciones del Capítulo y son ejemplos de una cultura única e impenetrable, evolucionada durante milenios de práctico aislamiento.

En apariencia, los Hermanos de Batalla del Capítulo, cuando se les veía al natural, también eran muy singulares, con una tez grisácea, casi una palidez mortal, teniendo sus miembros más venerables unos ojos negros de apariencia líquida, sin un iris o esclerótica visibles. Aparte de estas marcas, no había una fisionomía o genotipo común entre ellos, lo cual apunta a una base de reclutamiento muy amplia.

El examen de las muestras de semilla genética del Capítulo llevado a cabo por el Legado Inquisitorial Frain demostró que se encontraban libres de cualquier mácula, aunque sometidas a cierta degradación prolongada en el tiempo, y que contenían algunos marcadores que se encuentran en la poco habitual línea genética de la Guardia del Cuervo, una mutación que podría tener como resultado su inusual apariencia física y ser la explicación de algunas de sus características.

Aunque se puede decir de muchos Capítulos de Marines Espaciales que carecen de piedad hasta cierto punto, ello resulta especialmente cierto en los Carcharodones. Una y otra vez han demostrado enorme despreocupación por las bajas civiles que han causado en su persecución de sus objetivos militares con algunas notables excepciones, y cuando administraron juicio sobre quienes habían apoyado la rebelión, se comportaron como la mismísima mano de la muerte.


ORGANIZACIÓN

Las fuerzas de los Carcharodones que llegaron para sumarse al conflicto de Badab demostraron una serie de rasgos y costumbres muy distintivas que les diferenciaron del resto de sus hermanos en ambos bandos de la guerra. Su flota capitular era amplia pero inconsistente en su composición, y entre su línea de batalla había varios ejemplos de navíos muy antiguos, recuperados o ampliamente reparados, incluyendo una barcaza de batalla, la “Nicor”, que estaba basada en el casco de un Gran Crucero clase Caribdis, un tipo de navío muy poco visto desde los primeros días de la Gran Cruzada.

También de procedencia antigua era gran parte de las armas, vehículos y equipo del Capítulo, con modelos predominantes como la pistola bolter patrón Phobos R/017 y servoarmaduras Mk.V Herejía, junto con otras armas y equipamientos de diseños y patrones que abarcaban toda la amplitud e historia del Imperio. También es notable que la fuerza del Capítulo comprendía un considerable contingente de armaduras de Exterminador, algunas de las cuales habían sido claramente modificadas de manera poco ortodoxa para mantenerlas en condiciones de combate. Esta fuerza era un activo que sirvió para añadir potencia a los Carcharodones como fuerza de ataque y que tenía como contrapartida un considerable número de exploradores, que aportaba flexibilidad a la hora de probar la fuerza de los objetivos para el ataque.

Se observó que el Capítulo seguía a grandes rasgos las doctrinas tácticas y de escuadra recogidas en el Codex Astartes, pero que mostraba, por lo menos a ojos ajenos, una desviación importante en la estructura de mando y organización de compañías. En algunos casos abandonaban casi totalmente la simbología e insignias del Codex a favor de marcas personales y habitualmente de marcado carácter totémico.

El recuento hecho por el Capitán de los Ángeles de Fuego Tarnus Vale, que luchó junto a sus fuerzas, aporta como suposición que los Carcharodones en realidad siguen un patrón organizativo muy disciplinado, a pesar de su aparente barbarismo, pero que parece impenetrable para quienes son ajenos al Capítulo. Esta distancia solamente empeoró por la naturaleza taciturna y retraída de los guerreros del Capítulo.

Tarnus Vale también describió sus despliegues tácticos y el uso del asalto de choque, algo típico de los Templarios Negros, junto a quienes Vale ya había luchado previamente en su carrera. Aunque en personalidad ambos Capítulos eran tan distintos como la noche y el día, vio similitudes en su arrebatador e implacable deseo de trabarse con el enemigo y aplastarle en sangrientos combates personales.

Cada Compañía de Marines Espaciales de los Carcharodones de la que hay constancia en la Guerra de Badab operó de un modo similar a una Compañía de Batalla Codex, pero se encontraba reforzada con una fuerza auxiliar de Exploradores y una punta de lanza de veteranos Exterminadores que servían como guardaespaldas del Capitán al mando de la Compañía. De las compañías de reserva estilo Codex, sin embargo, nada parecía haber en las fuerzas de los Carcharodones, y parece muy probable que todas las Compañías de los Carcharodones seguían el patrón observado.

El Capítulo también incluía Capellanes y Bibliotecarios siguiendo los roles que les asigna el Codex, aunque las fuerzas del Capítulo encontradas durante la Guerra de Badab parecían tener un numero bajo de Apotecarios y Tecnomarines en sus filas. De todos modos, esta impresión puede deberse simplemente a que estos dos cuerpos permanecían en reserva con la flota del Capítulo la mayor parte del tiempo, una práctica que no es desconocida en los Capítulos que pasan largos tiempos de aislamiento.

Esta estructura sitúa la fuerza efectiva de cada Compañía de Carcharodones en torno a cien o ciento veinte iniciados y entre veinte y treinta Exploradores neófitos, aunque el tamaño y disposición exactas del Capítulo sigue siendo desconocido.

Aunque se comprobó que los Carcharodones mantenían y utilizaban un respetable arsenal de vehículos acorazados y material de asedio pesado durante el conflicto de Badab (que demostró su efectividad en el asalto sobre Endymion Primus, por ejemplo), se usaron grandes destacamentos de infantería móvil de Marines Espaciales como principal arma del Capítulo, y la sangrienta destreza de batalla de los Carcharodones fue el elemento en que confiaron para decantar las batallas.

La mayor parte de las operaciones tácticas del Capítulo empezaron con el uso de pequeñas fuerzas de exploración y grupos de reconocimiento para infiltrarse cerca de las posiciones enemigas para identificar puntos débiles y objetivos de valor estratégico los cuales, una vez identificados, eran sometidos a un demoledor ataque sorpresa. Las fuerzas de ataque empleadas para llevar a cabo estos asaltos relámpago se desplegaban directamente en la línea de fuego mediante cápsulas de desembarco, Thunderhawks y otras naves de contacto (que los Carcharodones tenían en cifras considerables) y conjugaban una fuerza mixta de fuerzas tácticas, de asalto y de apoyo de Marines Espaciales.

Estas fuerzas, que confiaban en la sorpresa para llevar a cabo el asalto más que en bombardeos preparatorios o puntas de lanza acorazadas, probaron ser especialmente efectivas atacando a oponentes atrincherados y bastiones bien defendidos en las últimas fases de la Guerra de Badab, aunque eran muy diferentes de los igualmente efectivos asaltos de asedio pesado del Capítulo de los Minotauros. Se observó en varias ocasiones donde la resistencia fue inesperadamente feroz o donde el enemigo respondió muy rápido, que los Carcharodones reagrupaban rápidamente sus fuerzas de nuevo, dejando una estela de destrucción.

Las fuerzas de los Carcharodones rodeaban la posición defendida de nuevo y trataban de atacar por otro sector. Si eso fallaba, atacaban una y otra vez hasta que se encontraba una debilidad fatal, pero siempre evitando que sus propias fueras se vieran empantanados en costosas acciones abriendo brechas o sufriendo mucho desgaste. Junto con estos ataques intensivos, los Carcharodones utilizaron su flota para llevar a cabo peligrosos ataques de teleportación con Exterminadores para acabar con las posibilidades de cualquier resistencia coordinada y decapitar al enemigo en mitad de la batalla.

ENCUENTROS PROBABLES/AVISTAMIENTOS REGISTRADOS

Debido a que la mayor parte de la historia del Capítulo se desconoce, los registros de sus actividades solamente se pueden reconstruir a partir de incidentes históricos registrados y registros fragmentados en los que se cree que se vieron involucrados los Carcharodones por las pruebas de que se dispone.
La Cantiga de Cassandria Lev – Vol. CVI [Aprox. M37]

Dentro del registro epónimo de las Hermanas Santificadas, muy mitologizado e indirecto, relativo a las guerras de la Séptima Cruzada Negra, se encuentra una mención a un Capítulo de Marines “de gris armadura” que vinieron “de la noche exterior” para ayudar al Imperio y cuyas “fauces de colmillos engulleron las estrellas…” y cuya “…mirada negra reflejaba el vacío del olvido”. En la narración de la Cantiga, las naves del Capítulo agredieron a las fuerzas de Abaddon tras la desastrosa derrota y retirada de los Ángeles Sangrientos en Midian y atacaron a las fuerzas perseguidoras tal y como escribe Santa Lev: “…cayendo sobre los sirvientes del cráneo con gran furia desde la oscuridad, sin ser vistos como la bestia que acecha bajo las oscuras aguas, muerte por muerte, sangre por sangre […]

Así recibieron tregua los Hijos de Sanguinius y se volvieron contra sus perseguidores y así los malditos traidores de los falsos dioses fueron conducidos hasta su ruina”. Se pueden encontrar imágenes de estos hechos en los muros del mundo cripta de Hypasitis, creado para honrar a los muertos de aquella guerra, repetidas en frescos y molduras, pero curiosamente los rostros de los Marines Espaciales que intervinieron y que allí se hallan representados se encuentran desfigurados con discos negros de obsidiana.

El informe de la Flota Explorator Hydrax-Lambda-15 [220.M41]

Durante una misión de exploración en las proximidades del espacio cercano a la anomalía de Disformidad/Espacio material conocida como la Tormenta de Magnus, la Flota Explorator Hydrax-Lambda-15 encontró una enorme nave orka muerta y abandonada a la deriva. Mostraba signos de haber sufrido daños de batalla que no podían datar de mucho más que unos pocos años terranos, y los corredores y bóvedas de la nave se encontraban sembrados de cientos de restos de Orkos, la mayoría muertos a causa de traumas físicos masivos que parecían corresponder con armas sierra y heridas de arma blanca, así como impactos de bolter.

En una de las cámaras artilleras centrales de la nave, donde parecía haberse librado el grueso del combate, los restos orkoides parecían haberse apilado deliberadamente hasta alcanzar varios metros de altura y la cima de la montaña de cadáveres se encontraba rematada por un estandarte con un Aquila. Había tótems de colmillos y dientes de docenas de especies depredadoras pendiendo del estandarte, junto con un pergamino donde se leía “Carcharodon Astra, por la voluntad del Emperador”. No se hallaron restos de los atacantes ni se pudo determinar el origen o el curso original de la nave orka. Los restos de la nave fueron posteriormente dirigidos hacia un sol cercano.


DISPOSICIÓN EN LA GUERRA DE BADAB

Los Carcharodones llegaron sin aviso a la Zona del Torbellino en 910.M41, y no se les esperaba ni por parte de los leales ni de los secesionistas. La repentina aparición de su flota en los bordes de los Baldíos de Gólgota fue al principio de alarma para ambos bandos. El tamaño de sus fuerzas se aproximaba más o menos a seis Compañías de Marines Espaciales, al mando de su torvo “Primer Capitán” Tyberos, también conocido como “La Estela Roja”.

Su flota, aunque de un tamaño respetable, estaba compuesta principalmente por naves pequeñas o medianas y naves auxiliares, comandadas por una sola barcaza de batalla de un patrón no estándar. No se ha determinado con certeza si esta fuerza comprendía la totalidad de la fuerza del Capítulo de los Carcharodones o sólo una parte, e incluso podría ser posible que ni siquiera ellos mismos conozcan el paradero de otras flotas menores de su Capítulo que todavía se encuentren surcando el vacío.

Encontrándose bajo sospecha por parte de los leales desde su llegada, el Comandante Tyberos se ofreció para una quizás sorprendente cooperación con el Legado Inquisitorial Frain y con el Gran Comandante Culln, presentándoles una Patente de Nuevas en la cual se afirmaban sus derechos y títulos, otorgada al Capítulo por varios Altos Señores e Inquisidores largo tiempo fallecidos. Tyberos incluso se sometió personalmente a pruebas psíquicas y genéticas por el personal del Legado Frain, pero el aperturismo de su Capítulo llegó sólo hasta cierto punto y algunas de las respuestas le fueron dadas únicamente a Frain.

Independientemente de cualquier recelo que pudiera quedar, para estas fechas la Guerra de Badab estaba entrando en sus amargas etapas finales, y tanto el Gran Comandante Culln como el Legado Frain eran conscientes de que unas fuerzas de refresco como éstas podían ser valiosísimas para presionar el ataque y encauzar el conflicto hacia un rápido final. Con el Legado Inquisitorial Frain respondiendo por el Capítulo, el Gran Comandante Culln aceptó a los Carcharodones en su orden de batalla, aunque con cautela acerca de sus lealtades y con honda preocupación por cuánto parecían haberse desviado del Codex en sus largos viajes a la oscuridad.

El primer despliegue de los Carcharodones que hizo el Gran Comandante Culln fue en el Racimo Endymion en lugar de en la línea principal de asalto, que se centraba ahora en el interior del Sector Badab en sí mismo, quizá como consecuencia de sus reservas hacia el Capítulo. El Racimo, hogar de las muy mermadas fuerzas secesionistas de los Guerreros Mantis, junto con una serie de mundos que les habían apoyado, estaban siendo objeto de una campaña de contención por parte de los Ángeles de Fuego (quienes habían sufrido gran número de bajas en la toma de Sagan), apoyados por elementos de los Hijos de Medusa y de la flota leal.

Los Guerreros Mantis que quedaban, dispersos en pequeñas unidades, habían llevado a cabo una efectiva resistencia de guerrillas con el apoyo de la población local. La respuesta de los Carcharodones fue muy simple: aniquilación sistemática. Uno a uno fueron atacando los mundos de los que se sabía habían dado refugio a los Guerreros Mantis y llevaron a cabo una política de tierra quemada contra ellos, aplastando sus infraestructuras y causando bajas en masa, pero también en muchos casos dejando deliberadamente gran número de supervivientes para que sufrieran.

Esto no sólo castigó a la población local, sino que obligó a los nobles Guerreros Mantis a acudir en su ayuda y evitó a los Carcharodones tener que atacar a sus enemigos sobre el terreno en mundos donde sus adversarios contaban con la ventaja del conocimiento del terreno y del apoyo local. En el plazo de un año, la maltrecha resistencia el Racimo fue aplastada y los Guerreros Mantis apenas se podían considerar ya una fuerza de combate.

Incapaz de negar la efectividad de los Carcharodones, a pesar de sus recelos hacia sus métodos, el Gran Comandante Culln ubicó al belicoso Capítulo en el centro del plan de asalto para el ataque final sobre Badab Primus, encomendándoles la tarea de dirigir un ataque directo contra la infraestructura de la red planetaria de colmenas, mientras que los Fantasmas Estelares llevarían a cabo el asedio del centro de poder de Lufgt Huron en el Palacio de las Espinas.

Desatados cual un depredador ansioso sobre las colmenas de Badab, los Carcharodones desencadenaron una matanza sobre sus defensores y sobre cualquiera que se pusiera en su camino. Cumplieron al pie de la letra las órdenes de Culln de quebrar la resistencia de las colmenas con cualquier medio a su alcance, y así sabotearon sistemáticamente los núcleos principales de los reactores de las colmenas, unidades geotermales de plasma enterradas en la corteza del planeta y que fueron detonadas una tras otra a medida que los Carcharodones se retiraban.

Ello causó una lenta marea de inexorable devastación que asoló Badab Primus, provocando un desplazamiento tectónico masivo de tal consideración que con el tiempo se convertiría en un mundo muerto. Mientras esto ocurría, el Palacio de las Espinas cayó, pero e la anarquía resultante de una retirada apresurada de la superficie de un mundo agonizante, los leales sufrieron más bajas, por las cuales los Fantasmas Estelares todavía guardan un considerable rencor contra los asesinos de Badab.

Antes de partir de la Zona del Torbellino, los Carcharodones todavía habrían de llevar a cabo una última acción que terminaría de sellar su leyenda negra; lo que se ha dado en conocer como la Aflicción de Tranquilidad. Después de que la rendición de los últimos Guerreros Mantis a los Escorpiones Rojos pusiera fin a su participación en la guerra, la flota de los Carcharodones retornó al Racimo Endymion. Allí, con el acuerdo de los Halcones de Fuego, a quienes se les había concedido posesión de los antiguos dominios de los Guerreros Mantis, ayudaron con brutalidad a los Halcones de Fuego a que los mundos del Racimo aceptaran la sumisión a sus nuevos señores y castigaron sus delitos previos.

Los Carcharodones centraron su atención en particular en el Sistema Tranquilidad, cuyos mundos eran los principales campos de reclutamiento y entrenamiento del Capítulo de los Guerreros Mantis y albergaba varias de las bases y armerías secretas del Capítulo. Los Carcharodones las descubrieron y saquearon, y en Tranquilidad recogieron a toda una generación de jóvenes varones para recuperar así las bajas del Capítulo, obligándoles a luchar entre ellos hasta la muerte para probar su valía, aunque se desconoce hasta qué punto los Halcones de Fuego esperaban que llegaran tan lejos. Habiendo recibido su pago en sangre, la flota de los Carcharodones partió del Racimo, con los augures exploradores marcando un rumbo en la Disformidad ascendiendo en el plano galáctico para adentrarse en la oscuridad de vacío una vez más.


ANEXO [Nota del Archivista]: La naturaleza del Enigma de los Carcharodones.

Para una facción de las fuerzas armadas del Imperio, desaparecer durante siglos, incluso milenios, bien de sus registros oficiales, bien de la propia realidad (por una maldición de la Disformidad u otras fuerzas no euclidianas más extrañas), es un fenómeno raro, pero no desconocido. La reaparición de estas fuerzas perdidas puede ser causa tanto de regocijo como de aflicción, según se desenvuelvan los hechos. Acontecimientos de este estilo pueden desmentir la historia comúnmente aceptada. En realidad se puede afirmar muy poco con absoluta certeza de los verdaderos orígenes o historia del Capítulo de los Carcharodones, salvo lo que se puede reunir a base de datos fragmentarios y fuentes de no mucha confianza, junto con las observaciones de quienes lucharon a su lado en la Guerra de Badab.

Parece que más que el patrón de Capítulo Cruzado convencional usado por varias fuerzas de Marines Espaciales basadas en una flota (que parece imitar conscientemente el ejemplo de las Legiones de Marines Espaciales de antaño), los Carcharodones el patrón menos usual conocido como “depredación nómada”. Es empleado casi exclusivamente por Capítulos de Marines Espaciales que operan durante largos períodos de tiempo más allá de las fronteras del Imperio y por algunas flotas de comerciantes independientes, y hace referencia a fuerzas autosuficientes que operan sin acceso en absoluto a los recursos del Imperio. Estas flotas de depredación nómada viajan sin fin, deteniéndose sólo para atacar objetivos que se encuentran a su alcance y que son capaces de destruir sin poner en peligro su propia viabilidad como fuerza de combate.

De esta forma, la flota puede conseguir recursos para su sostenimiento y para exterminar futuras amenazas al Imperio, y a la vez evitar o saquear a enemigos demasiado poderosos para lanzar sobre ellos un ataque directo. La forma más común de reclutamiento para los Capítulos de Marines Espaciales que siguen este modelo operacional es seleccionar a sus potenciales iniciados de entre los más jóvenes de los supervivientes de sus asaltos cuando ello resulta práctico, haciendo un esfuerzo intensivo para borrar cualquier lealtad pasada o debilidad que les pueda quedar, y reemplazándola con la voluntad del Capítulo.

Esta prueba, junto con sus acciones registradas, conforma un perfil siniestro y sugestivo a la vez, y representa quizás una verdad acerca de los Marines Espaciales en general. Más allá de sus costumbres marciales y su inacabable listado de gloriosas victorias, batallas desesperadas y coraje ante un universo hostil, un Marine Espacial es fundamentalmente una máquina superhumana construida, criada y entrenada para la guerra, un Ángel de Muerte, un monstruo en otras palabras. En el caso de los Carcharodones, es bueno que unos monstruos como estos pertenezcan al Imperio en lugar de que se cuenten en las filas de sus enemigos.

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