jueves, 7 de julio de 2011

Los Ángeles de Fuego

Nombre del Capítulo: Ángeles de Fuego
Fundación: 25ª [M.40]
Mundo natal: Lorin Alfa [Mundo colmena]
Fortaleza-Monasterio: La Torre Ateneo [Estación-Fortaleza autónoma en una isla]
Semilla genética: Ultramarines
Descendentes conocidos: Ninguno
“No nos corresponde a nosotros juzgar Su mente o Sus propósitos, pues la mano que gira el reloj de arena es nuestro Emperador, y por Su voluntad se vierten los granos de nuestras vidas” Cónsul-Maestre Uriens, de los Ángeles de Fuego. Reflexiones sobre la guerra, vol. IX.


Hay quien considera a los Ángeles de Fuego como un joven y prometedor Capítulo entre los fundados más recientemente, y cuyo valiente registro de hazañas puede acabar eclipsando con el tiempo el de otros Capítulos de mayor raigambre.

A pesar de que su historia apenas abarca algo menos de dos mil años, los Ángeles de Fuego ya se han creado una reputación de poderosos guerreros al servicio del Imperio, honorables con sus aliados e implacables con los enemigos de la Humanidad. Se ven a sí mismos sin dudarlo como parte del entramado del poder imperial, y se han ganado con creces una buena reputación entre generales y comandantes imperiales como aliados con los que es más fácil trabajar que con otros miembros más oscuros y temperamentales de los Astartes. Siguen siendo, de todos modos, Marines Espaciales: independientes, ferozmente orgullosos y a quienes no se puede ningunear.

De puntos de vista conservadores, abrazan el Credo Imperial como una verdad incuestionable, y se ven a sí mismos como guerreros santificados al servicio del Emperador, cuyo deber último es defender el Imperio de quienes pretendan ponerlo en peligro. Son muy vehementes en la demostración de su fe, algo que les ha valido apoyos entre la Eclesiarquía y aliados entre los Cardenales del Segmentum Solar.

Como consecuencia de ello, los Ángeles de Fuego han combatido junto con las Adeptas Sororitas en numerosas guerras de fe desde su fundación, y los miembros más belicosos del Sínodo del Ministorum suelen buscar activamente su ayuda, como igualmente suele hacer la Ordo Hereticus de la Inquisición. Esta relación cuenta también con sus detractores, y hay algunos Capítulos que consideran que esta conexión con la Iglesia Imperial es algo inadecuada y que puede poner en peligro la histórica independencia de los Marines Espaciales.

El origen de los Ángeles de Fuego es el mismo de otra serie de Capítulos fundados en la segunda mitad del M.40 por orden de los Altos Señores de Terra. Cuando fueron creados, a los Ángeles de Fuego se les concedió en propiedad una isla en el antiguo y altamente industrializado mundo colmena de Lorin Alfa en el oeste del Segmentum Solar, para que la convirtieran en su base de operaciones. Fueron fundados de cero como Capítulo, esto es, sin un Capítulo predecesor específico, sino sobre la base de semilla genética almacenada, y con una estructura de mando compuesta por valerosos guerreros que fueron seleccionados entre varios Capítulos sucesores de los Ultramarines.

Su semilla genética también procede de la de los Ultramarines, altamente estable, y el reclutamiento procede de una mezcla entre hijos de la respetable casta militar de Lorin Alfa y las violentas bandas de las colmenas, en un torneo trianual de combate, miedo y endurecimiento conocido como la Prueba de Fuego. Estas pruebas revisten la forma de sangrientos torneos supervisados por el Señor del Reclutamiento del Capítulo, y se llevan a cabo bajo los auspicios de la Capellanía de los Ángeles de Fuego, asistidos por el Ministorum en Lorin, considerándose un gran logro el mero hecho de ser seleccionado para participar.

La Prueba de Fuego enfrenta primero a los participantes con otros de la misma región y, a medida que los débiles o indignos van quedando atrás, se van enfrentando con los rivales supervivientes de todo el mundo colmena hasta que quedan únicamente los más fuertes de cuerpo, mente y espíritu, y menos de una veintena de aquellos que llegan a la Prueba de Fuego serán finalmente elegidos para comenzar su iniciación en el Capítulo.

ORGANIZACIÓN

El Capítulo de los Ángeles de Fuego puede ser considerado como un Capítulo “Codex” en prácticamente todos sus detalles, teniendo en cuenta que hacen una interpretación del texto a la luz de las aristocráticas tradiciones militares del antiguo mundo en que residen. También es preciso poner de manifiesto que, a pesar de ser un Capítulo sucesor creado a partir de la semilla genética de los Ultramarines, no consideran a su Primarca como otra cosa que un guerrero excepcional, ni más ni menos que sus compañeros, puesto que para ellos sólo el Emperador y sus Santos son divinos, y adorar a cualesquiera otros es un gesto de idolatría a sus ojos.

Quizá gracias en no poca medida a que son un Capítulo joven, carecen de muchas de las valiosísimas reliquias de guerra que poseen otros Capítulos más antiguos y, en su lugar, han aprendido a confiar en la tecnología imperial, que es relativamente fácil de producir. En la práctica, esto significa que los Ángeles de Fuego hacen un amplio uso de equipo y vehículos “básicos” del Codex, como el Rhino o el Predator, mientras que la mayor parte de su Primera Compañía suele desplegar como escuadras de Veteranos de la Guardia. Si bien poseen ejemplares de armaduras de exterminador, tanques Land Raider y Dreadnoughts, proporcionados todos ellos por los adeptos de Marte durante su fundación, y son materiales a los que se les tiene en muy alta estima, siguen siendo relativamente escasos en número, y su empleo forma pocas veces parte de la estrategia de batalla del Capítulo.

Condicionados quizás por sus primeras experiencias en combate en las infames Guerras del Diezmo de Fenright, los Ángeles de Fuego han venido mostrando predilección por despliegues mecanizados, más que por asaltos con cápsulas de desembarco o por la infiltración. Esta táctica también se nutre de la capacidad de las antiguas fábricas de Lorin Alfa para producir el venerable chasis del Rhino y sus variantes y repuestos en grandes cantidades, tanto como requieran los Ángeles de Fuego. El resultado es que la armería del Capítulo posee un número de tanques Predator, Whirlwind y Vindicator notablemente superior al que se pueden permitir otros Capítulos.

El enfoque de los Ángeles de Fuego a la guerra es cerebral y metódico en comparación con otros Capítulos, y la disciplina y la atención a su sagrada tarea son virtudes mucho más deseables que cualquier búsqueda de gloria. El Capítulo se basa siempre en sus doctrinas estratégicas, estrictas y contrastadas, y en su armamento habitual, del que raramente se desvían salvo en muy contadas ocasiones.

Algunos ejemplos de esta panoplia estándar los encontramos en el hecho de que sus Escuadras Tácticas casi siempre se equipan con bólters pesados para el fuego de apoyo y rifles de fusión para proporcionar potencia antitanque de corto alcance, mientras que los lanzallamas tienen un amplio uso en las formaciones de asalto como arma preferente contra infantería. Otra de sus tradiciones marciales más notorias es el uso de espadas en distintas formas, no sólo como arma de combate cuerpo a cuerpo, sino también como símbolo distintivo de rango y fuerza espiritual dentro del Capítulo. Cada Marine Espacial considera su propia hoja como un arma encarnada de honor personal y foco de plegarias para el Dios Emperador de la Humanidad.


HONORES DE BATALLA MÁS NOTORIOS

Las Guerras del Diezmo de Fenright [760.M39-411.M40]

En su bautismo de sangre como Capítulo, los Ángeles de Fuego concurrieron con la totalidad de sus fuerzas para formar parte de la Tercera Fuerza de Interdicción Imperial bajo el mando del Señor Militante Helstrom y tomar parte en las largas y devastadoras guerras civiles que azotaban los sectores vecinos de Cal-Sek, Nepthis y Sadusyno. Los Ángeles de Fuego fueron también convocados al mundo herético de Jhoppa para desequilibrar la balanza a favor de la Guardia Imperial en ese vital planeta industrial contra las masas rebeldes de las Compañías Juggernaut. Los herejes estaban recibiendo un amplio suministro de tanques y artillería de campaña de las enormes armerías de Jhoppa, y los Ángeles de Fuego dirigieron una sangrienta campaña de tres años en la que enfrentaron sus ágiles Predators y Razorbacks contra los Leman Russ y Malcadors rebeldes a campo abierto en los desiertos de ceniza de Jhoppa, mientras que sus escuadras tácticas y de veteranos de la guardia desencadenaban la destrucción cuerpo a cuerpo en el peligroso terreno de las amplias zonas arrasadas por la guerra.

Concatenando una serie de victorias, los Ángeles de Fuego fueron determinantes para lograr la victoria en Jhoppa y recuperar para el Imeprio un mundo que había permanecido en manos de los apóstatas durante más de tres siglos. Los Ángeles de Fuego siguieron activos en las últimas etapas de las Guerras del Diezmo y obtuvieron renombradas victorias repeliendo la incursión orka del Subsector Vorsk, donde resistieron contra la horda de Lokoz de la Velozidad en el Término de Lambast, y donde realizaron una incursión sobre territorio enemigo para romper el cerco sobre el asediado mundo santuario de Lamento. Concretamente en esta última acción combatieron contra las terriblemente poderosas fuerzas del Culto Psíquico de las Siete Hijas del Olvido y sus seguidores esclavizados psíquicamente, por lo cual el Capítulo fue recompensado con la Orden del Corazón del Mártir por el Santo Sínodo de Galathamor.

La batalla por el Gran Al’gul [666.M41]

Ante la llamada de urgencia de las Sagradas Ordos, los Ángeles de Fuego acudieron para interceptar la poderosa partida de guerra de Marines Espaciales del Caos conocida como “Los Santificados” en los mundos cementerio del Sector del Gran Al’gul en 666.M41. Durante esta acción, los Ángeles de Fuego lucharon una serie de batallas contra los Marines Espaciales del Caos y sus sirvientes demoníacos, frustrando sus intentos de profanar los lugares de reposo de los muertos y llevar a cabo repugnantes actos en sus ruinas. Fueron combates brutales y llenos de peligros donde se pusieron en juego no sólo las vidas, sino las propias almas de los Marines Espaciales.

Los Ángeles de Fuego pudieron forzar a sus enemigos a que lucharan en una serie de asaltos y contraasaltos, en los cuales los Ángeles de Fuego mantuvieron un disciplinado orden de batalla y se valieron de la cobertura que les brindaban los bosques de lápidas de mármol y los laberintos de cúpulas. Los Santificados respondieron con toda la sucia hechicería a su alcance, licuado la piedra con su magia negra y convocando turbios enjambres de bestias demoníacas sin mente para que despedazaran a aquellos que se atrevían a oponérseles.

El Capítulo de los Ángeles de Fuego pagó un elevado precio en la corta pero salvaje batalla antes de lograr la victoria, incluyendo el martirio de su Señor del Capítulo, Haran Stark, en un combate contra un Señor de la Transformación mientras defendía el sagrado Nártex de los Penitentes, así como la autoinmolación de su Bibliotecario Jefe, Mathias Dee, para evitar una posesión demoníaca. Por fin, con sus fuerzas agotadas, los Santificados fueron expulsados de los santos lugares y del Sistema; la cuidadosamente planificada apoteosis del Archihechicero de los Santificados, Ezrath Cull, para alcanzar la demonicidad, se vio definitivamente frustrada.

Tras la derrota de los corruptos Marines Espaciales del Caos, Cull, quien fuera una vez un respetado Campeón del Caos, fue asesinado por sus propios aprendices en una brutal lucha por el poder para hacerse con el control de los restos de su diezmada fuerza mientras escapaban del Gran Al’gul.

DISPOSICIÓN EN LA GUERRA DE BADAB

Los Ángeles de Fuego respondieron a la llamada de ayuda de la Inquisición para entrar en guerra a comienzos de 906.M41, llegando con una fuerza equivalente a siete Compañías, dejando tan sólo una fuerza de guarnición de instructores veteranos y jóvenes iniciados en su mundo natal. Más acostumbrados a los asaltos planetarios que a las labores sobre el terreno, los Ángeles de Fuego se vieron muy pronto en la primera línea del frente, con los leales haciendo presión contra los espacios controlados por los secesionistas, y luchando en campos de batalla muy variados, desde los residuos post-atómicos de Cygnax hasta los pantanos corrosivos de Gargathea, pasando por las lunas sin atmósfera del Sistema Sagan.

El enfrentamiento más grande y costoso para el Capítulo fue la batalla por el propio mundo-diezmo de Sagan, en poder del enemigo, donde por primera vez en su historia lucharon conjuntamente como fuerza plena. Cuando los leales estaban recuperando los bastiones secesionistas en sangrientas luchas calle por calle, los Ángeles de Fuego concibieron un plan según el cual, empleando la red de carreteras que surcaba todo el planeta, dividieron sus fuerzas en pequeñas unidades acorazadas de gran movilidad, y con ellas ejecutaron una serie de rápidos ataques relámpago. Sobresaliendo como lo hacían en este tipo de conflicto, los Ángeles de Fuego pudieron aislar y destruir las unidades de los Garras Astrales una por una, jugando al gato y al ratón en continuas persecuciones.

No obstante, las tornas se volvieron en su contra cuando los Garras Astrales, cada vez más desesperados, se valieron de su amplia reserva de Rhinos para ejecutar una serie de contraataques suicidas con armas víricas prohibidas contra las filas leales. Los Ángeles de Fuego se las compusieron para rechazar estos asaltos y evitar que los secesionistas rompieran el asedio, pero a un coste elevadísimo, perdiendo más hermanos en unas pocas horas que en los tres años previos que llevaban involucrados en la contienda. El precio para la atribulada población de Sagan fue también horrorosamente caro.

Las bajas de los Ángeles de Fuego en Sagan fueron tan elevadas que ya no pudieron volver a operar como fuerza de combate y, junto con un contingente de Hijos de Medusa, se les encomendaron labores de apoyo naval para llevar a cabo una campaña de supresión en el Racimo Endymion. Ello dejó prácticamente maniatados a los secesionistas Guerreros Mantis hasta las últimas fases de la guerra, cuando llegaron los Carcarodones.

El ataque de este bravío Capítulo de Marines Espaciales, cuyo comportamiento y creencias chocaron inmediatamente con las de los Ángeles de Fuego, supuso rápidamente una fuente de división en las filas leales. Tras el brutal exterminio por los Carcarodones de la población de varios sistemas que se encontraban en poder de los secesionistas, incluso después de que la resistencia hubiera terminado, los Ángeles de Fuego elevaron una protesta formal al mando leal, entre informes fragmentarios de conflicto abierto entre ambos Capítulos.

Con sus fuerzas reducidas, pero sin querer abandonar su posición, los Ángeles de Fuego, con el permiso expreso del Gran Comandante Culln, se retiraron de la Guerra de Badab en 910.M41, con el deseo de evitar una guerra civil en las propias filas leales, suponiendo un triste final para lo que había sido un valiente y ejemplar papel en la guerra.

Apéndice: Algunos datos sugieren que los Ángeles de Fuego no son el primer Capítulo que ha detentado ese nombre y librea, por lo menos en parte. Esta circunstancia, si bien no es habitual, tampoco es se considera sin precedentes en la historia de los Adeptus Astartes. Ello ha generado algunos problemas de confusión en cuanto a la atribución de honores de batalla, y la mención de diversas unidades de Marines Espaciales con títulos similares o derivados del mismo nombre (tanto en Alto como en Bajo Gótico en varias vocotranscripciones del Administratum) que se pueden encontrar en distintos registros pueden contradecir la información que aquí se expone.

Es un problema al que no escapa el registro de casi ningún Capítulo. Estos “datos fantasma” son una constante fuente de dificultades en un Imperio cuya incalculable y ciclópea extensión y profundidad parece superada únicamente por la necesidad de plumas y tinteros que hacen falta para que innúmeras manos registren sus proezas.

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